Monday, September 20, 2010

Penélope y Javier


Cuando vi la evidencia en la portada de una famosa revista de este país, no sentí ni frío ni calor.
En aquel octubre de 2007, la relación de Penélope Cruz y Javier Bardem me dio igual y también me pareció previsible.
Al fin y al cabo, tanto el uno como la otra habían tenido siempre la costumbre de considerar el plató de rodaje como el mejor momento para el ligue.


Penélope y Javier eran dos seductores comprobados, y "Vicky Cristina Barcelona" sólo había propiciado el encuentro de dos trenes de potencia.
La pareja me empezó a hacer gracia cuando caí en la cuenta de que su principio no había sido la película de Woody Allen.


Hice memoria cinematográfica hispánica, y recordé "Jamón, Jamón", de Bigas Luna, donde Penélope y Javier coincidieron por primera vez, allá por 1992.


1992 fue un año prometedor para el cine español; en realidad, toda la década de los noventa lo fue.
Cruz y Bardem eran unos niñatos espabilados y sin complejos que, cada uno en su estilo, se hicieron famosos, trabajaron con los directores adecuados e hicieron las maletas cuando el barco estaba a punto de hundirse.


Dicen que siempre han sido amigos.
Que lo fueron en "Jamón, Jamón", y que "Vicky Cristina Barcelona" los reunió, al final de sus caminos, tras tantos romances y tantas historias, tras viajar por el mundo y volver a casa.


Penélope y Javier se reencontraban en una película que parece española, pero no lo es.
Él ganaba el Oscar ese año; ella se lo llevó al siguiente.


Han sido más que novios. Desde "Jamón, Jamón" hasta la lectura de esos dos sobres de la Academia de Hollywood, Cruz y Bardem han sido amuletos de sus respectivas suertes.


Se han casado en secreto, como hacen ahora todas las celebrities.
Para Javier y Penélope, su relación amorosa es asunto privado, y también la muestra de su miedo visceral a la envidiosa prensa de este país y al escrutinio público.


Siempre han querido ser reconocidos por su trabajo, pese a que ese trabajo tiene un alto componente de exposición, de frivolidad y de desfile.


Él lo aborrece manifiestamente, porque es heredero de los intérpretes serios, metódicos, camaleónicos y adictos al disfraz. Bardem es tan intenso, que apabulla. Sonríe y es casi genial.


Para ella, ha sido más difícil. Sus orígenes eran muchos más discretos, y su trayectoria se ha prestado irregular.
Quizá porque, en tiempos, tenía una dicción francamente mejorable, o porque ha sido más estrella que prima donna del drama, se prefería hablar de Penélope en los corrillos del corazoneo patrio antes que en cualquier discusión cinéfila.


La Cruz como actriz convenció el otro día.
Pero como la ideal para hacer de niñas despeinadas, que hacen pucheritos sin peligro de vertido de rímel, Penélope siempre fue un as en la manga para el cine español.
Almodóvar la pulió, y Woody Allen le permitió llegar más lejos de lo que ella jamás hubiese supuesto cuando sonreía en aquel vídeo de Mecano.
La fuerza del destino, sí.


Ante todo, les reconozco un gran sentido de la oportunidad.
Me refiero a su exportación como actores; Penélope y Javier se han internacionalizado y se han puesto a disposición de directores y películas de países distintos y variadas filmografías.


La razón está clara.
El cine español está muerto y enterrado. No genera nada nuevo, vive de los cuatro ó cinco directores que todos conocemos y se pudre al falso calor de la subvencionalidad.
Sita Sinde, te estás luciendo.


Una de las señales claras del óbito de la cinematografía patria es que dos nombres, que podríamos considerar como claros elementos de su star-system, están más para allá que para acá.
Ya sea por ambición, por necesidad de manifestarse artísticamente, por gloria o por simples ganas de dinero, es hora de hacer las maletas.
Nunca fue más cierto que, a día de hoy, nadie es profeta en España.


Durante las últimas semanas, los objetivos se entretenían en fotografiar la tripa de Penélope en el rodaje de la nueva entrega de "Piratas del Caribe".
Su representante daba finalmente la noticia de que el primer hijo de ambos nacerá el próximo mes de marzo.
Se aproxima Baby Bardem Cruz. Y ahí te pudras, Brangelina.

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