
"The Social Network" es un éxito, y así lo expresan las recaudaciones en la taquilla norteamericana durante el fin de semana.
Además, la película, dirigida por David Fincher, ha sido muy bien acogida por la crítica, y muchos comentaristas ya la sitúan en la carrera por los próximos Oscars.

El gran aludido, Mark Zuckerberg, fundador del Facebook y veinteañero multimillonario, no ha querido pronunciarse al respecto.
En cambio, algunos de sus empleados sí han ido a ver la película, muertos de la curiosidad.
En cambio, algunos de sus empleados sí han ido a ver la película, muertos de la curiosidad.

Dentro de veinte años y cuando echemos la vista atrás, el logotipo del Facebook será tótem indiscutible de la época que hoy vivimos.
Por tanto, podría decirse que "The Social Network" se sube a la moda de la red social que cuenta.
Por tanto, podría decirse que "The Social Network" se sube a la moda de la red social que cuenta.

Que un título de Hollywood atienda al furor del momento no es ninguna novedad.
Desde hace más de tres décadas, lleva siendo costumbre habitual, ya sea para unirse al entusiasmo por los patines o al esplendor de las Tortugas Ninja.
Desde hace más de tres décadas, lleva siendo costumbre habitual, ya sea para unirse al entusiasmo por los patines o al esplendor de las Tortugas Ninja.

Donde hay una moda, debe haber una película. El cine no sólo crea tendencias, sino que se apunta a ellas. Especialmente, cuando hay un público provechoso al que echarle el lazo.

Diríase que hay tres tipos de proyectos que se pueden presentar sobre la mesa de una major hollywoodiense.
En primer lugar, el que responde a una fórmula propia, clásica y altamente infalible, como hacen, por ejemplo, las comedias románticas.

En segundo lugar, estaría el proyecto que atienda a un género de éxito variable, pero con posibilidad de reciclaje para los tiempos.
En este apartado, se incluiría el biopic, susceptible de renovar el furor por artistas y espectáculos, y propiciar compras masivas.
En este apartado, se incluiría el biopic, susceptible de renovar el furor por artistas y espectáculos, y propiciar compras masivas.

Y, por último, estaría el elemento foráneo, la moda extracinematográfica.
Supone un cajón desastre, donde se incluirían los best-sellers, los cómics, las series de televisión, los vídeojuegos, los juguetes y todo el espectro de productos y relaciones que se derivan de Internet.
Supone un cajón desastre, donde se incluirían los best-sellers, los cómics, las series de televisión, los vídeojuegos, los juguetes y todo el espectro de productos y relaciones que se derivan de Internet.

La tendencia hacia la dependencia de este tercer tipo de proyecto no hace sino aumentar en el Hollywood contemporáneo.

Basta echarle un vistazo a las películas más taquilleras de los últimos años, rebosantes de súperheroes, niños magos y vampiros que brillan al sol.
Ya no se confía en las viejas ideas ni se promueven las originales.
Ahora se prefieren importar sistemáticamente escenarios y argumentos de terrenos distintos al cine, y se pasan por el colador de emoción y popcorn para todos los públicos.
Ya no se confía en las viejas ideas ni se promueven las originales.
Ahora se prefieren importar sistemáticamente escenarios y argumentos de terrenos distintos al cine, y se pasan por el colador de emoción y popcorn para todos los públicos.

Esta obsesión por atraerse al público infantil y juvenil empezó a despuntar a mediados de los setenta.
Fue cuando la Meca del Cine consideró que ese era su mejor público; el más fiel, y el más sugestionable para meterle por los ojos lo que debía comprar en la tienda.

Fue cuando la Meca del Cine consideró que ese era su mejor público; el más fiel, y el más sugestionable para meterle por los ojos lo que debía comprar en la tienda.

Así, el patinaje y la música disco conquistaban la estética y el sonido de muchas películas.
En los ochenta, la cuestión se incrementó exponencialmente, y la intrigante electrónica se hacía imprescindible en toda entrega de lo juvenil.

Muchos de esos títulos triunfaron en un segundo y cayeron en desuso al siguiente, de la misma forma que hicieron los fenómenos que ilustraban.
Hoy películas como "Urban Cowboy", "Roller Boogie" o "Hackers", se ven como fascinantes cápsulas temporales, que suscitan el comentario retro del "hay que ver cómo éramos".
Hoy películas como "Urban Cowboy", "Roller Boogie" o "Hackers", se ven como fascinantes cápsulas temporales, que suscitan el comentario retro del "hay que ver cómo éramos".

Que salga una película sobre el Facebook era algo esperado, de la misma manera que tuvimos película sobre Super Mario o "El Código Da Vinci".
Los jerarcas del cine saben bien que en la oportunidad y el oportunismo se encuentra el dinero.
Pero, sólo en contadas ocasiones, esa estrategia consigue la auténtica validez y la trascendencia.

Cuando muere la época, nace la época. Y ese cambio resulta un verdugo implacable para lo que pareció definitivo y valioso en un instante.
Los jerarcas del cine saben bien que en la oportunidad y el oportunismo se encuentra el dinero.
Pero, sólo en contadas ocasiones, esa estrategia consigue la auténtica validez y la trascendencia.

Cuando muere la época, nace la época. Y ese cambio resulta un verdugo implacable para lo que pareció definitivo y valioso en un instante.
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