¿Para qué abandonar el viejo y confortable sillón de orejas?, se pregunta la Academia.
Hace tiempo que su propio público salió por la ventana y ahora vuela raudo, en pos de lo más aguerrido, sean cisnes negros o sueños incepcionados.
Pero Hollywood se sigue quedando en casa.
¿Para qué salir afuera cuando se está tan bien aquí dentro?, expresó ayer, premiando a "The King's Speech".
Es la película que le ha gustado siempre. Esa que, nuevamente, le han servido en bandeja los hermanos Weinstein.
Hace tiempo que su propio público salió por la ventana y ahora vuela raudo, en pos de lo más aguerrido, sean cisnes negros o sueños incepcionados.
Pero Hollywood se sigue quedando en casa.
¿Para qué salir afuera cuando se está tan bien aquí dentro?, expresó ayer, premiando a "The King's Speech".
Es la película que le ha gustado siempre. Esa que, nuevamente, le han servido en bandeja los hermanos Weinstein.
¿Para qué molestarse en pensar en la informática, la que crea mundos de animación que transmiten más que cualquier otro universo fílmico?
Y, sobre todo, ¿para qué premiar una película que cuente la miseria moral, la verdad empresarial y la incertidumbre de los nuevos tiempos?
Y, sobre todo, ¿para qué premiar una película que cuente la miseria moral, la verdad empresarial y la incertidumbre de los nuevos tiempos?
¿Para qué, cuando se tiene otra que realza el espíritu humano, la superación individual y la esperanza frente a lo peor?
La Academia se acurruca en su sillón de orejas, y ha decidido, otra vez, que lo suyo es una cuestión sentimental.
Lleva toda la vida clamando que quiere ser moderna, cuando, al fin y al cabo, sólo es americana.
La Academia se acurruca en su sillón de orejas, y ha decidido, otra vez, que lo suyo es una cuestión sentimental.
Lleva toda la vida clamando que quiere ser moderna, cuando, al fin y al cabo, sólo es americana.
"The King's Speech", una película imposible de odiar, no es una elección irritante, pero sí perezosa.
Que Tom Hooper gane por encima de Fincher y Aronofsky no ha sido tan indignante como fue premiar a Ron Howard sobre Altman y Lynch.
Pero, a estas alturas, debería serlo.
Porque, por enésima vez, ha antepuesto la factura sobre la stravaganza, la buena caligrafía sobre la escritura personal.
Que Tom Hooper gane por encima de Fincher y Aronofsky no ha sido tan indignante como fue premiar a Ron Howard sobre Altman y Lynch.
Pero, a estas alturas, debería serlo.
Porque, por enésima vez, ha antepuesto la factura sobre la stravaganza, la buena caligrafía sobre la escritura personal.
En ese comfort zone, también se movió la gala de anoche.
Todos los comentaristas coinciden en que no fue la peor que hemos visto, pero, desde luego, tampoco la mejor.
Todos los comentaristas coinciden en que no fue la peor que hemos visto, pero, desde luego, tampoco la mejor.
Poner a dos presentadores young demographic appealing no es suficiente, sobre todo si se les coloca un guión simplemente efectivo, sin posibilidad de brillo.
De resultas, un espectáculo vintage y sedado, muy propio del sillón de orejas.
De resultas, un espectáculo vintage y sedado, muy propio del sillón de orejas.
Anne Hathaway estuvo mejor que James Franco.
Ella contagió sonrisa, y se mostró en un registro mucho más controlado que el que dejaba translucir en los ensayos.
Ella contagió sonrisa, y se mostró en un registro mucho más controlado que el que dejaba translucir en los ensayos.
Él se limitaba a estar guapo y cumplir con su cometido. Tuvo un buen momento cuando apareció travestido a lo Marilyn.
Pero, en general, James parecía más pendiente de Twitter que de pasar a la Historia.
Pero, en general, James parecía más pendiente de Twitter que de pasar a la Historia.
A la ceremonia de anoche, se le puede piropear un ritmo más conseguido que otros años.
Pero todo lo que se prometía en torno a una gala nueva, chistosa y muy musical no apareció por ninguna parte.
Pero todo lo que se prometía en torno a una gala nueva, chistosa y muy musical no apareció por ninguna parte.
Con todo, el asunto empezó bien.
El opening de James y Anne fue un buen canapé cómico, rematado por la aparición sorpresa del nonagenario Kirk Douglas.
Los chascharillos de semejante viejales no fueron nada comparados con el discurso de su premiada: esa Melissa Leo que parece estar como un auténtico cencerro.
El opening de James y Anne fue un buen canapé cómico, rematado por la aparición sorpresa del nonagenario Kirk Douglas.
Los chascharillos de semejante viejales no fueron nada comparados con el discurso de su premiada: esa Melissa Leo que parece estar como un auténtico cencerro.
Este principio hacía prometer una noche delirante, pero el tono se ajustó pronto y reinó la calma.
Lo previsible fue previsible.
No se destapó ni una sola sorpresa de las que levantan público o despiertan opinión, ni se destiló ninguna emoción intransferible en los premiados.
No se destapó ni una sola sorpresa de las que levantan público o despiertan opinión, ni se destiló ninguna emoción intransferible en los premiados.
Los Oscars de anoche fueron un trámite, y por ese aro, pasaron todos.
La corrección de tonos y cromos se vivió también en la alfombra roja. No hubo crasos errores, ni carnavalescas apariciones.
Vaporosas y espigadas señoritas desfilaron a discreción, muy influidas por el estilo "Black Swan".
Michelle Williams, Halee Steinfeld, Cate Blanchett, Halle Berry y Amy Adams resumieron el tono quedo y sin osadías, con trajes realzantes de figura, escasa opulencia y algún que otro despeine.
Jennifer Lawrence y Sandra Bullock apostaron por el rojo y reinaron.
La Bullock se confirma como una mujer que gana con los años, en todos los sentidos.
La Bullock se confirma como una mujer que gana con los años, en todos los sentidos.
Mi elección personal está nuevamente en Anne Hathaway. Como privilegio de presentadora, desfiló ocho diseños, todos espectaculares.
Penélope Cruz irrumpió más buenorra que nunca, quizá porque llevaba el modelo menos pretencioso que le hemos conocido.
Porque Penélope no debería ser Audrey, sino la prima de Sofía Vergara.
Porque Penélope no debería ser Audrey, sino la prima de Sofía Vergara.
Cuando todo es correcto, hasta la peor llega sorprendentemente bien.
Helena Bonham-Carter se mostró centrada y conjuntada, y además fiel a su estilo neogótico-burtoniano-british.
Helena Bonham-Carter se mostró centrada y conjuntada, y además fiel a su estilo neogótico-burtoniano-british.
Exigimos definitiva vindicación de esta mujer de culto, superviviente donde las haya.
En cuanto a los hombres, conquistaron más los caballeros que los jovenzuelos.
Robert Downey, Jr. Jude Law, Jeff Bridges, Mark Ruffalo y Hugh Jackman nos demuestran que cumplir años en Hollywood no conlleva pérdidas de sex-appeal y adoración ajena.
Robert Downey, Jr. Jude Law, Jeff Bridges, Mark Ruffalo y Hugh Jackman nos demuestran que cumplir años en Hollywood no conlleva pérdidas de sex-appeal y adoración ajena.
Pero para padre inevitable, ahí está la propia industria a través de su Academia.
El Oscar es ese papá conservador y sentimental; por mucho que lo contestemos, siempre volvemos a su cálido regazo, para que nos relate lo que ya sabemos.
El Oscar es ese papá conservador y sentimental; por mucho que lo contestemos, siempre volvemos a su cálido regazo, para que nos relate lo que ya sabemos.
El próximo año, oíremos la misma batallita. Quizá mejor contada, quizá no.
No comments:
Post a Comment