
La próxima revisitación de "Superman" ya cuenta con una pareja de infarto, diseñada para triunfar.
Se llaman Henry Cavill y Amy Adams, dos bellezones, dos promesas firmes, dos aspirantes a estrellas hollywoodianas, siempre candentes en las mejores agendas.
Se llaman Henry Cavill y Amy Adams, dos bellezones, dos promesas firmes, dos aspirantes a estrellas hollywoodianas, siempre candentes en las mejores agendas.

Eclipsar el recuerdo de Margot Kidder será difícil, pero Amy va sobrada de encanto.
Al fin y al cabo, fue la "Encantada", su papel más popular, que ofreciera a ritmo de Disney.
Al fin y al cabo, fue la "Encantada", su papel más popular, que ofreciera a ritmo de Disney.

La Academia le ha echado el lazo y no quiere soltarla. Sin ser una actriz especialmente famosa, Amy ya cuenta con tres nominaciones al Oscar en poco más de cinco años.

Para Hollywood, la Adams lo tiene todo.
Es guapa, está buena, tiene talento para empeños independientes y posee sonrisa energética para artefactos de superproducción.
Es guapa, está buena, tiene talento para empeños independientes y posee sonrisa energética para artefactos de superproducción.

En 2012, Amy Adams no sólo será Lois Lane. También incorporará a Janis Joplin en próxima biografía sobre la gran diva hippie.

Pero hoy nos preocupa una cuestión en particular.
¿Se conservará esa ardiente melena de Amy en el "Superman" de 2012? ¿O actuará el vil tinte para ocultar el maravilloso rojo?
Porque Amy Adams se confirma como otra mujer de fascinación, que añadir en la larga lista de pelirrojas del cine y la televisión.
¿Se conservará esa ardiente melena de Amy en el "Superman" de 2012? ¿O actuará el vil tinte para ocultar el maravilloso rojo?
Porque Amy Adams se confirma como otra mujer de fascinación, que añadir en la larga lista de pelirrojas del cine y la televisión.

Cuando trajimos a los caballeros pumukis a este blog, contamos lo atractivos que resultan por su rareza. Pero, quizá también por esa razón, no son para todos los gustos.
En el caso de las actrices, la belleza pelirroja se presta tan indiscutible como necesaria.
En el caso de las actrices, la belleza pelirroja se presta tan indiscutible como necesaria.

Desde siempre, el cine ha querido ser rojo para ganarse hipnosis. En los tiempos del Technicolor, el bermellón se proclamaba rey de la paleta.

Las técnicas de color se revelaban rudimentarias en el cine clásico, lo que propiciaba unas películas con una estética visual a veces incomprensible.
En su momento, los rojos y amarillos del Technicolor transportaban a otro universo. Hoy devuelven unas imágenes alucinantes, extravagantes, dignas de retrofilia.
En su momento, los rojos y amarillos del Technicolor transportaban a otro universo. Hoy devuelven unas imágenes alucinantes, extravagantes, dignas de retrofilia.

Rojos tan fuertes no han querido ser desterrados de las fotografías audiovisuales, pero se añora la frecuencia de la que gozaban en el pasado.
Cuando se quiere arrebato, cuando se propone melodramón de lujo, ahí se vuelve a llenar la pantalla de carmín.
Cuando se quiere arrebato, cuando se propone melodramón de lujo, ahí se vuelve a llenar la pantalla de carmín.

El rojo en las damas es también sinónimo de lujuria y provocación.

Caperuzas de ese color han desatado dramas de bosque y sexualidad, mientras vestidos febriles han propiciado caídas en desgracia.
Así sucedía en "Jezabel", esa película en blanco y negro donde más se añora el rojo.
Así sucedía en "Jezabel", esa película en blanco y negro donde más se añora el rojo.

Todas las pelirrojas en el cine despliegan belleza y maldad.
La arpía blanca y pecosa, de pelo bermellón, no es digna de fiar. Contemplarla embobado es inevitable; correr en dirección contraria, lo recomendable.
La arpía blanca y pecosa, de pelo bermellón, no es digna de fiar. Contemplarla embobado es inevitable; correr en dirección contraria, lo recomendable.

Esa complicación del rojo puede llevar a ocultarlo.
Nicole Kidman se tiñó de rubia para ser convencional y acaparar papeles de heroína; Lindsay, para sintetizar sus problemas.
Nicole Kidman se tiñó de rubia para ser convencional y acaparar papeles de heroína; Lindsay, para sintetizar sus problemas.

Otras han sido más listas y saben que su sola aparición conlleva adoración.

Julianne Moore es la reina de la función, pelirroja de pura raza, a la que amar hasta morir.

Tener al lado semejante color de esplendor es precisamente lo que merece Henry Cavill en su vestir de las mallas supermanianas.
Que no caiga una sola gota de tinte sobre ese cabello de la Adams, o nos enfadamos.
Que no caiga una sola gota de tinte sobre ese cabello de la Adams, o nos enfadamos.

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