Los diseñadores de moda bien pueden ser protagonistas, vestir a las estrellas y convertir sus más alocadas propuestas en inmortales imágenes de épocas duraderas y momentos precisos.
También pueden ser unos snobs cantamañanas, disfrazando de arte lo que sólo es habilidad con la aguja.
E incluso pueden volverse locos, hablar mierdas y ser despedidos por la casa Dior.
Pero hasta la llegada de Tom Ford, no sabíamos que también podía haber un diseñador de moda que fuera cineasta de talento.
Y, además, lucir tan rematadamente sexy como para merecer un jueves maromial.
Y, además, lucir tan rematadamente sexy como para merecer un jueves maromial.
Cuando era un niñato perdido en Nueva York, Tom se hizo parroquiano de la discoteca Studio 54.
Allí descubrió su homosexualidad, mientras sus ojos quedaban bien llenos del estilo disco, de evidente influencia en su carrera como diseñador de moda.
Allí descubrió su homosexualidad, mientras sus ojos quedaban bien llenos del estilo disco, de evidente influencia en su carrera como diseñador de moda.
Muchos años más tarde, Tom Ford se revelaba finalmente como nombre importante, devolviendo el glamour a la casa Gucci.
Se dice que su entrada fue quien rescató a la firma de una bancarrota inminente.
Se dice que su entrada fue quien rescató a la firma de una bancarrota inminente.
Pronto, saltaba a Yves Saint-Laurent, diseñando campañas de prestigio y polémica.
Fue Ford quien desnudó a Sophie Dahl y Samuel de Cubber para promocionar fragancias.
Fue Ford quien desnudó a Sophie Dahl y Samuel de Cubber para promocionar fragancias.
En 2004, Tom Ford anunciaba firma propia y se vestía de necesaria independencia.
Su marca encanta a los hombres de cine, y el suyo se considera un valor seguro.
Su marca encanta a los hombres de cine, y el suyo se considera un valor seguro.
La casa Tom Ford ha sido parada de Tom Hanks, Alexander Skarsgård, Johnny Depp o Chris Evans.
Cada vez más vinculado a Hollywood y solicitado por sus más fastuosas celebraciones, sólo ha tenido que dar otro paso para trasladar su universo a la pantalla.
Los seres de Tom Ford parecen morir de lujo, luciendo trajes de tiempos perdidos y mirándonos a través de gruesas gafas.
Estas composiciones híbridas, tan teatrales, sólo pueden ser datadas en el estado mental y estético del eterno revival.
En el ayer, se ambienta precisamente su debut como director, "A Single Man".
Que Tom Ford era elegante, ya lo sabíamos. Lo que desconocíamos era la exquisita sensibilidad cinematográfica que posee.
Que Tom Ford era elegante, ya lo sabíamos. Lo que desconocíamos era la exquisita sensibilidad cinematográfica que posee.
En "A Single Man", se permitía pasear a dos de sus niños favoritos, Jon Kortajarena y Nicholas Hoult.
Pero quien estuvo mayúsculo en todos los sentidos fue su protagonista, Colin Firth, flamante ganador de los últimos Oscars.
Pero quien estuvo mayúsculo en todos los sentidos fue su protagonista, Colin Firth, flamante ganador de los últimos Oscars.
Además de astucia y talento, Tom Ford conquista con su look, curiosa sofisticación del macho alopécico, barbado y de pelo en pecho.
Con unos 49 años envidiables, Tom es adicto a la sonrisa de sátiro, y se revela aún mejor cuando proyecta su hipnotizante mirada bajo esas grandes gafas.
Nadie como él para ser la mejor imagen de su propia marca.
Nadie como él para ser la mejor imagen de su propia marca.
Su corazón pertenece al periodista Richard Buckley desde hace más de veinte años, comparten inquietudes, perritos y vistas en el futuro.
Pero Tom no pierde el tiempo. Adora rodearse de sus maromos predilectos, pasárselo bien y salir a desfilar bajo los focos más vintage.
Ea, ea, que siga la fiesta.
¿Su próxima aventura en el cine? Una comedia.
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