Saturday, May 29, 2010

"Lost"


Se la identifica como la serie más popular y fascinante de los últimos tiempos.
"Lost" es una saga original, intensamente adictiva y provocadora de discusiones interminables.


Para los defensores de la narrativa canónica, será el ejemplo perfecto de una serie completamente tramposa.
Así, juega a la ocultación deliberada, al salto continuo en los puntos de vista y a la sucesión de acontecimientos que sólo tienen la lógica del descarado espectáculo. Pero qué espectáculo.


No siempre ha podido ser ingeniosa ni brillante, pero, como su mamá "Twin Peaks", "Lost" es puro y refrescante riesgo.
Y su condición de fenómeno mundial ha respaldado la osadía.


En medio de la ruta entre Sydney y Los Ángeles, el Oceanic 815 se estrella en una remota isla del Pacífico.
Entre los supervivientes, la esperanza de ser rescatados empieza a desvanecerse a medida que pasan los días.


Comienzan a suceder cosas extrañas. ¿Quién - o qué - ha devorado al piloto? ¿Qué hace un oso polar en medio de la selva?


Son sólo las primeras preguntas dentro de una larga lista. Porque hay una realidad apremiante: No están solos en esa isla.


El walkie talkie sintoniza el mensaje de una mujer francesa, repetido durante quince años, que hace la pregunta: "¿Qué estoy haciendo aquí?".


Se suceden las angustiosas experiencias de los perdidos, mientras los flashbacks desvelan sus vidas antes del accidente, llenas de tristeza, soledad y crasos errores.


Todos los personajes de "Lost" tienen motivos para estar en ese Purgatorio simbólico.


El destino, los deseos existenciales, las relaciones familiares y amorosas, el terror al fracaso, las mentiras del heroísmo, el desafío de la alteridad, la imposibilidad de la confianza y la eterna oposición entre el racionalismo y la fe; la cargada psicología de "Lost" irrumpe en todas las esquinas de sus argumentos.
Al final, su temática profunda ha acabado imponiéndose a la disolución de sus incógnitas.


Durante seis años, han sido muchos los cambios en "Lost".
Su audiencia televisiva ha decrecido a la par que han aumentado considerablemente tanto su seguimiento por Internet como sus ventas en DVD.


La subordinación total a la continuidad entre episodios obliga a que su disfrute se prefiera individual.


Se suele decir que la tercera temporada fue un momento decisivo, iniciada con un exasperante secuestro, la burda introducción de Paolo y Nikki, y la creciente convicción de que no se iba a responder nada.
Sin embargo, ese tercer año es el básico para entender "Lost", donde se imprimen sus mejores tretas narrativas, se perfilan los grandes personajes y se desvanecen los inútiles.


En este sentido, Michael desaparece, mientras irrumpen con fuerza Benjamin Linus y su séquito; una panda de deliciosos villanos con agenda oculta y sempiterna cara de póker.


Y, por supuesto, se vive la consagración del personaje más romántico y homérico de "Lost", Desmond Hume, eternamente pendiente de volver a casa y con Penny como su mejor constante posible.


En las temporadas más recientes de "Lost", el juego entre desesperación e intento de explicación ha sido cada vez más intenso.
Por ejemplo, se introduce a un personaje como Daniel Faraday, científico que puede dar un marco de comprensión a lo que está ocurriendo, pero acaba resultando inservible.


Los cliffhangers se prefieren apoteósicos, donde la temporada se recompone a base de destruir sus propios presupuestos.


Si la serie es irregular en ritmo y calidad, sus season finales han resultado finos mecanismos, que evidencian que todo está realizado por manos expertísimas y un tanto visionarias.


Llena de influencias, con personajes que se apellidan como filósofos y escritores, rompedora de esquemas y previsiones, servida con un modo de producción monumental, ¿qué es "Lost?
"Lost" es, simplemente, la caña.

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